Conciliar la inteligencia artificial y la humana es un reto para este siglo. (JIRAROJ PRADITCHAROENKUL / Getty Images/iStockphoto)
En la era de la inteligencia artificial, las personas más listas o los sujetos más cultos ya no pueden competir con las máquinas. Por muy rápida que sea su mente o por mucho conocimiento que atesoren, siempre estarán lejos de los sistemas informáticos diseñados a tal efecto. Además, la previsión es que los aparatos y programas sigan evolucionando a una velocidad notable. Así pues, ¿en qué situación quedan los seres humanos en este contexto? ¿Deberían resignarse a ocupar una posición secundaria o subsidiaria.
Esta cuestión, que se proyecta a menudo sobre ámbitos distintos pero complementarios —el laboral, el económico, el cultural, el ético, etc.—, es una de las principales en centros de investigación, universidades, compañías e instituciones de todo tipo. Recientemente, un profesor de la Universidad de Virginia (Estados Unidos), Edward D. Hess, ha intentado zanjar la discusión de una manera inesperada. Desde su punto de vista, ser inteligente, ahora, “significa algo completamente diferente”. De acuerdo, ¿pero cuáles son las características de las que habla?
En la era de la inteligencia artificial, las personas más listas o los sujetos más cultos ya no pueden competir con las máquinas
Pues, por sorprendente que parezca, la principal es la “humildad”. Su razonamiento es el siguiente. La inteligencia individual aboca con frecuencia a suposiciones incorrectas, puesto que las ideas en cuestión se basan en el ego, y no tanto en la realidad o las necesidades de cada momento. La facilidad con la que en la actualidad pueden manejarse grandes volúmenes de datos sirve para confirmar o desmentir estas conclusiones como en ninguna otra época de la historia.
Por esta razón, en palabras de Hess, el “nuevo inteligente” se esfuerza para vencer “los dos grandes inhibidores del pensamiento crítico y la colaboración en equipo: nuestro yo y nuestros miedos”. Si se consigue ir más allá, prosigue este investigador, será “más fácil” percibir “la realidad tal como es”, en lugar de “como deseamos que sea”. En resumen, “abrazaremos la humildad”, es decir, el modo idóneo de “agregar valor en un mundo de tecnología inteligente”.
Los individuos llegan a suposiciones incorrectas porque sus ideas se basan en el ego, y no en la realidad o las necesidades de cada momento
Experiencias como las del actor Dax Shepard le dan la razón. Este humorista es el responsable de una serie de podcastsen los que, tras aproximadamente dos horas de conversación con expertos en cualquier materia, las afirmaciones erróneas que se formularon durante la entrevista se corrigen con información fidedigna. En términos empresariales, esta transformación permite centrarse en las personas y dejar que las máquinas crezcan.
Gigantes como Intel son mejores en su área —los chips, los procesadores…— porque también se preocupan por la igualdad, la inclusión y la diversidad, en especial, en cuanto a minorías se refiere. Una inversión de casi 300 millones de euros en estos campos lo atestigua. El enfoque ecológico de la marca de ropa y complementos deportivos Patagonia es similar. La sostenibilidad es consustancial a su labor, lo que no impide que aplique cuando proceden las innovaciones digitales oportunas. De esta forma, la inteligencia artificial hace su trabajo, y las personas, el suyo.
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